lunes, 30 de octubre de 2017

Socuéllamos 2017, 10 kilómetros de felicidad.

    No lo he podido evitar, la mejor palabra que define mi carrera de ayer es esa: felicidad. Y es que romper ciertas barreras nos hace felices a los corredores. Una de ellas es la de los 40 minutos en el 10K, a ser posible, homologados, como los de Socuéllamos.
    A mediados del mes pasado, cuando corrí en Herencia, ya lograba encontrar buenas sensaciones y la contunuidad y el haber parado apenas unos días por un gripazo, han dado por fin sus frutos. Unos frutos que se me estaban resistiendo desde hace tiempo, pero que, con suerte, seguiré cosechando.
    Empiezo, como siempre, contando el objetivo que llevaba en mente. Tocaba hacer de liebre, sin desaprovechar un buen resultado, en caso de que no fallasen las fuerzas.
    La gran progresión de Juanan nos hizo apostar por él, para marcarnos un 39 y pico. Alfonso también se apuntaba, aunque ya ha logrado romper esta barrera, en Tomelloso. Y cerrando el grupo de "elegidos" Uti e Ignacio. Mejor imposible.
    Tras un buen calentamiento con Rubén, me voy a la salida a buscar al resto, pero no hay manera. Ellos han calentado por un sitio y yo por otro. En el último minuto localizo a Juanan, están muy delante, y con gestos, le digo que salgan sin mi, que ya los pillaré en cuanto pueda. Confío en que sigan las pautas que acordamos: al menos el primer kilómetro a 4', luego aceleramos...
    Nada más dar el pistoletazo me entran las prisas, el pelotón se alarga rápidamente y mis compañeros se alejan a un paso endemoniado. Voy sorteando atletas por un lado, por otro, a alguno casi que me lo salto ... en fin, que el primer mil, que es un pelín cuesta arriba, ya me sale a 3' y pico. Isidro ha salido a mi lado, pero con mi temerario comienzo, ha preferido dejarme a mi aire.
    Antes de llegar al segundo kilómetro les doy alcance y trato de ponerme delante, al lado de Uti. Pero el amigo Alfonso no cede ni un centímetro, va en cabeza, tirando como un poseso. Curiosamente, siempre vamos en grupo con otros corredores, no ha sido nada fácil adelantar posiciones en las calles de Socuéllamos.
    Para no aburrir demasiado, voy a omitir tiempos, ya que, aunque el Garmin pitaba casi con total precisión en las marcas de la organización, al final me dio un error de 70 metros, y yo soy demasiado tiquis miquis, no me gusta dar datos sin ser del todo correctos.
    El caso es que, a sabiendas de que iba a pagar el esfuerzo extra del principio, tomo valiente mi papel de liebre, jurando llegar lo más lejos posible para que mis compañeros consigan su objetivo. Poco después del segundo kilómetro Ignacio reacciona. No le cuadran los tiempos para bajar su marca y opta por tirar algo más fuerte que nosotros. Un empecinado Alfonso, en lugar de ponerse "a rueda", le sigue con todas sus fuerzas. Y nosotros detrás. Incluso hay veces que adelanta a Ignacio para hacer de punta de lanza. Aunque yo le echo la bronca, he de admitir que si no hubiera sido por su coraje en estos tramos, el crono habría sido algo más lento. Seguro.
    Debió de ser por el tercer o cuarto kilómetro cuando se quedó Juanan descolgado. Y, despistado de mí, no me di cuenta hasta al menos, el quinto. En mi defensa diré que bastante tenía con tratar de seguir al resto. 

    Hay una calle en este pueblo, concretamente la Calle Santiago, en la que siempre me vengo abajo en la segunda vuelta. Ya había tenido que quedarme atrás en una o dos ocasiones, a punto de rendirme, pero es aquí donde me lo planteo seriamente. Voy con la respiración forzada y dudo de mis fuerzas. Volvemos a ponernos en fila india. Voy cerrando el grupo, y cuando otro corredor me supera y se coloca a la estela de Uti, es cuando aprieto los dientes y me digo a mí mismo que no, que no voy a dejarlos ir sin más, tengo que sacar de dentro lo que quede y pelear para lograr un buen crono.
    Pasamos el 8 y pierdo de vista a Alfonso. Se queda algo rezagado. Me pongo al lado de Uti y en un tramo favorable del asfalto pega un grito desgarrador ¡ay!. Se ha lesionado el abductor. Me freno un poco con él y le pido que pare o siga andando, que no agrave la posible lesión, pero ni me contesta, sigue corriendo. Entonces pienso que si acelero es posible que desista de ir rápido, mi intención es ayudar, y conociéndolo, seguro que si trato de frenarlo me llevo un "pescozón".
    Doy un apretón fuerte, alargo la zancada y pillo a Ignacio. Le doy la última novedad y veo que estamos llegando al noveno kilómetro. Animo al presi a seguirme y venga, el que pueda que tire.
    En estos últimos metros adelanto a muchos corredores. No doy crédito a la velocidad que voy y solo espero ser capaz de mantenerla hasta meta y no caer desplomado antes...
    Último esfuerzo y cruzo la meta. Es una muy buena marca para este modesto corredor. Tras de mí llegan el resto de laguneros. Rápidamente nos vamos con Uti a enfermería, es la prioridad.
    Ahora toca un pequeño cambio en los entrenamientos y llegar a las San Silvestre a tope. En la página de carreras Ciudad Real tenéis resultados y más fotos.

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