lunes, 31 de agosto de 2015

XIX Carrera Popular Las Lagunas de Villafranca.

      Cuando perteneces a un grupo humano como es el Club de Atletismo Las Lagunas de Villafranca es difícil hablar de correr después de nuestra prueba, y eso que este blog trata precisamente de eso, de correr. no puedo empezar hablando de ritmos, sensaciones, clasificaciones, etc. cuando lo más importante es el buen ambiente que se respira desde que nos juntamos para organizar el mayor evento deportivo del pueblo. En cuanto aparece algo que hacer, ya hay una persona dispuesta y varios ayudando. En cuanto hay alguien con una preocupación, estamos todos a su lado, arropándolo. Si fuesemos una máquina, seríamos engranaje, si fuésemos una cadena, seríamos eslabones; pero somos personas, permitidme que elija como la mejor palabra para definirnos, FAMILIA.
    Y ahí estamos (casi todos), porque somos muchos más que los retratados, y por supuesto, no menos importantes. Pero mira que os quiero...

   Y ahora si, hablemos de correr.
   La semana de tapering (se llama así la semana previa a la competición) no ha sido todo lo positiva que me hubiese gustado. En el último entrenamiento acabé deshidratado, parándome a caminar dos veces, agotado. La moral por los suelos. Encima me tocó trabajar de noche. Al día siguiente me dolía todo el cuerpo y para remate, también turno de noche. El sábado, con los preparativos, terminé destrozado. Pero el domingo me levanté con las pilas bien cargadas; las iba a necesitar, ya que desde las 7 de la mañana ya estábamos trabajando para que todo saliese a la perfección.
    Cuando llega la hora de la carrera ya estamos algo saturados. Tratamos de hacer un buen calentamiento. Este año el mío se resume en saludos a conocidos y abrazos y fotos con los amigos (bueno, también un trotecillo con mi hermano, mi sobrina Ana, Floren... pero cosa de poco).

    Me voy a permitir el lujo de llamar "amigos" a Julio y Vanessa, porque se dejan querer, porque me llaman por mi nombre, porque me buscan al llegar y también para despedirse. Un abrazo familia.
    Línea de salida, o EMPIECE, como hemos puesto este año. Me coloco bien rodeado (de chicas jeje) y salgo fuerte hasta San Marcos. A los 200 metros de girar la esquina, cuando el garmin ya da una señal medio fiable, retengo a Floren, "cuidado, que ya vamos por debajo de 4". Un poco más delante me junto con Uti y le aguanto bien el ritmo desde el principio. El garmin marca tarde el primer mil, y hasta que no le cambio la pantalla para ver el cronómetro, mis referencias son algo erróneas. He decidido ir viendo únicamente el ritmo, para no pasarme al principio y regular mientras las fuerzas me dejen. Voy volviendo la vista atrás cada pocos metros para buscar a Floren. Hemos hecho el estudio de rivales (locales en nuestro grupo de edad) y si conseguimos llegar juntos en segundo y tercer lugar, respetaremos nuestro pacto entre caballeros entrando al mismo tiempo a meta, ya decidirá Sonia a quién le pasa antes el lector del código de barras...
    Pero algo no va bien, mi compi va todo el rato un metro por detrás, sin hablar (el peso de la dirección de la carrera lo ha dejado para el arrastre). Yo me envalentono y sigo a Uti, al menos mientras pueda. Pero no tardan en llegar las pegas. En cuanto comienza la mini subida a San Isidro, un fuerte dolor en el isquio izquierdo me hace frenar casi en seco. Ha sido un primer aviso, se me pasa un poco y me deja continuar, aunque ya no podré seguir al Míster, a este veterano corredor que ha ido tirando del pequeño grupo todo el rato, quitándome el molesto viento que nos frenaba con fuerza los primeros kilómetros.
    Aflojo y se marchan con él Manu y Carlos. El amigo Floren no me adelanta, sigue a mi lado. Ya en las lagunas empieza a decirme que tire yo, que no va bien, pero no tengo localizado (todavía) a ningún otro local de nuestro grupo, así que prefiero ser reservón y acompañarle. Voy pensando que ojalá lleguemos juntos al pueblo, sería muy bonito.
     Entramos a la arena y en pocos metros damos caza a Manu. Formamos un buen pelotón.
    Cada dos por tres me da un pinchazo en el isquio, pero aguanto bien el dolor y, a pesar de saber que me va a ocasionar una pequeña lesión, sigo hacia adelante, ya que voy muy bien de fuerzas y mentalmente ya estoy "saboreando" un puesto en el podio local. Ahora mi motivación extra será llegar por delante de Carlos y Manu, el pequeño demonio competitivo que llevo dentro me va gritando que lance un ataque despiadado cuando encaremos para el pueblo...
    Salimos de la arena, las fuerzas me respetan, la sangre fría me deja llegar al avituallamiento junto a mis compañeros. Un traguito de agua, un último consejo a Floren (afloja un poco subiendo, que verás ahora...) y ¡al ataque!. Cambio de ritmo. Acelero suavemente. Me pongo al lado de Manu y cuando miro atrás para ver que no estorbo a nadie al adelantar ... sorpresa ... el amigo Jose Luis (Lili para nosotros) está ahí, callado, sonriente, enseñándome los colmillos ... he de reconocer que me visualicé en meta entrando por detás de él. El colega está muy fino y es otra amenaza para el podio. Me puso nervioso. Ante esta situación, ya no queda otra que jugársela a una sola carta. Me duele en el alma dejar a Floren, pero o me acelero, o me quedo sin premio.
    Bajo fuerte hacia el pueblo, guardando un último cartucho para el kilómetro final. Voy adenaltando a varios atletas. A falta de unos 1800 metros alcanzo a Antonio Layos hijo, que me anima a llegar con él hasta el final. Es un gran corredor y sé que me dará mucha caña al final, ya que está más fuerte que yo, así que acepto encantado y juntos nos encaramos para finiquitar la mejor carrera que se puede correr en toda la comarca manchega.
    De vez en cuando toma referencias y me dice que ya no nos pillan, que el más cercano va a unos 50 metros; pero los aplausos y ánimos de los paisanos de la calle El Pez delatan que alguien conocido viene cerca, muy cerca de nosotros. Un último vistazo hacia atrás al poco de cruzar la carretera y ahí está, el amigo Floren con ganas de guerra, seguido por Raúl (otro local de nuestro grupo). Se me ponen los pelos como escarpias, un rayo helado me atraviesa la espalda y zas, último cartucho en juego. No queda más que apretar los dientes y darlo todo. Las fuerzas se acabaron hace rato y solo queda el combustible que te dan los aplausos de los paisanos de la calle San Marcos. Cuando vas sin gasolina y sin poder esprintar (por el dolor del isquio) ya no vale ni rezar...
    Algunos me animan gritando fuerte un "¡vamos Eladio!", supongo que esperaban que luchase el puesto con Antonio, pero antes de entrar en meta, éste se da la vuelta y choca su mano contra la mía. Mi guerra es otra, no voy a disputarle la llegada.
    Me dejo llevar hasta el final y cruzo en un sensacional segundo puesto local de veteranos A, tan solo precedido por Fillo, que se mantiene inalcanzable (enhorabuena mostro).
   Desde el Jueves habría firmado por un crono de 37:00, no me veía capaz de bajarlo, pero pude exprimirme hasta pararlo en 36:10. Aunque no es mi mejor marca en esta carrera, creo que es la mejor que he hecho en mucho tiempo.
   Mi sobrina Ana también ha terminado muy contenta, aunque para feliz, mi hermano, que disfrutó de su compañía todo el tiempo. ¡Felicidades!
 
 Después corría Ali, que fue duda hasta última hora. Cumplió perfectamente su cometido, quedando segunda de la general y primera local.
    Y la guinda al pastel la puso Roberto, entrando a meta más feliz que una perdiz jeje.

    Pasó a mi lado y justo cuando lo iba a estrujar y comérmelo a besos, chocó mi mano y siguió a por su bolsa del corredor ... jajaja me dejó con tres palmos de narices!!
   El resto de la historia, la conocéis la mayoría de los que hasta aquí habéis leído, podio, sorteo y comida en las lagunas. No se puede pedir más ni mejor.
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